Armeane M. Choksi y Demetris “Dimitri” Papageorgiou son dos completos desconocidos para la inmensa mayoría de peruanos. Sin embargo, se trata de dos ex funcionarios del Banco Mundial que fueron instrumentales a inicios de los noventa para lograr la reinserción del Perú a la economía global, en aquellas épocas en las que éramos un paria internacional.
Ambos estuvieron de visita en Lima hace algunas semanas, y si bien están desde hace mucho tiempo desvinculados del Banco Mundial, accedieron a conversar con
Portafolio Economía & Internacional sobre aquellos meses iniciales del primer Gobierno de
Alberto Fujimori, antes de que se violentara el orden democrático, en los cuales se aplicaron las ambiciosas reformas liberalizadoras que lograron estabilizar la economía del país y sentaron las bases para su crecimiento posterior.
Poco se sabe de cómo se dieron las conversaciones entre el improvisado Gobierno Peruano de ese entonces y los organismos multilaterales para que el Perú volviera a ser sujeto de crédito. Aquí la versión de Choksi y Papageorgiou, quienes enfatizaron que sus declaraciones se hacían a título personal.
¿En qué momento empezaron a trabajar con el Perú?Armeane M.
Choksi (AC): Al inicio del gobierno de Fujimori, cuando [Juan Carlos]
Hurtado Miller era ministro de Economía. El Banco Mundial (BM) ya trabajaba con el país, pero hablo del momento en que mi departamento se hizo responsable del caso peruano. Fue ahí cuando Dimitri y yo, y también
Ricardo Lago, nos involucramos muy de cerca. El Gobierno Peruano quería reanudar el pago de intereses al banco y nosotros nos preguntábamos cómo podríamos reintegrarlos al sistema financiero internacional si lo hacían. La complicación era que
no podíamos prestarle hasta que pagaran toda la deuda atrasada, que en ese momento ascendía a...
Demetris Papageorgiou (DP): Unos US$200 o US$300 millones. Alan García había dejado de pagar como cuatro años, así que estaban completamente al margen de los mercados financieros.
AC: Empezamos entonces una serie de discusiones con Hurtado Miller y luego con Carlos
Bologna que se enfocaron en dos temas: qué tipo de reformas se comprometía a implementar el Perú para que la economía saliera del hoyo y qué mecanismos podíamos desarrollar nosotros en el BM para solucionar el problema de los atrasos. Como decía, nosotros no podíamos prestarle a Perú hasta que nos pagara, y
Perú no tenía dinero para pagarnos. Lo que hicimos fue convenir al
G7 y conseguimos que diera fondos que irían directamente a pagarnos, de modo que el BM reanudaría los préstamos al Perú y este le pagaría, a su vez, al
G7. Fue una aproximación muy controversial en su momento y nos costó mucho conseguir la aprobación de nuestro directorio.
¿Quién presidía el BM en ese entonces?
AC: Lewis Preston. Como usted sabe, la burocracia del BM se mueve lentamente en condiciones normales, y esta era una situación muy inusual. Pero lo que permitió que se avanzara fue el tipo de reformas que el Perú estuvo dispuesto a implementar y que nosotros estábamos dispuestos a apoyar. Estas contemplaban unaestabilización macroeconómica, una liberalización transversal del comercio, la desregulación de los mercados, la liberalización financiera, la privatización de empresas estatales, es decir, convertir a la economía peruana en una verdaderamente libre. Un cambio de 180 grados, así de grande fue. Y no fue algo de “hagámoslo paso a paso”, que es lo que muchos gobiernos harían. El Gobierno Peruano decidió no solo que iría adelante con las reformas, sino que lo haría rápido.
¿Quién era la voz convencida dentro del gobierno?AC: Cuando discutíamos de cerca con Carlos
Bologna, tendría que decir que fue
Jaime Yoshiyama. Ambos fueron claves en impulsar el proceso. De mi primera reunión con
Yoshiyama salí pensando: “¿Está hablando en serio este señor o solo nos está diciendo lo que queremos oír?”. Esto último nos pasaba a menudo, pero la prueba de que sí hablaban en serio fue que implementaron las reformas muy rápido. Así que
pusimos a disposición del Perú tres préstamos simultáneamente: uno para la liberalización del comercio, otro para la liberalización financiera y uno más para la estabilización macroeconómica. En total sumaron
US$1.300millones y el acuerdo que tuvimos con el gobierno fue que los ayudaríamos con todas las reformas. Les dijimos que someteríamos estos préstamos a la aprobación de nuestro directorio una vez que implementaran la gran mayoría del programa. No queríamos decirle al directorio que eran promesas de reforma. Queríamos ver primero los resultados.
DP: Desde el momento en que acordamos el plan, pusimos como plazo que las cosas tenían que estar listas para diciembre de 1991. Si las reformas se hacían, lo llevaríamos al directorio. Esto era similar a lo que el Fondo Monetario Internacional (
FMI) había hecho, pero nosotros no podíamos hacer nada sin permiso de nuestro directorio mientras que el
FMI sí. Debo haber escrito el mismo papel 100 veces para convencerlos.
¿Cómo hicieron para persuadirlos si el gobierno de Fujimori no tenía el respaldo de un partido sólido y era, más bien, un improvisado en la política?
AC: Es cierto, y recordemos también que cuando Fujimori hizo campaña, lo hizo con un programa heterodoxo. Sus asesores eran muy heterodoxos, entre ellos, Danny Schydlowsky. Así que cuando empezamos a negociar estábamos muy escépticos. Pero Bologna, Hurtado Miller y Yoshiyama, todos construyeron credibilidad frente a nosotros. No puedo opinar sobre la dinámica interna de la política, pero sí puedo decir que hubo coincidencia casi absoluta entre lo que el Gobierno Peruano dijo que iba a hacer, lo que el sector empresarial creía que debía hacerse y lo que nosotros esperábamos que se hiciera.
DP: Yo discrepo un poco con eso. La gran mayoría del sector privado estaba en contra de las reformas. Solo unos cuántos estaban de acuerdo. La mayoría de la población tampoco lo estaba.
AC: De acuerdo, pero al menos entre nosotros y el gobierno hubo un alineamiento casi total. Ellos eran los principales convencidos de que había que hacer las reformas y nosotros jugamos, más bien, un rol de apoyo.
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